Me despido de tu voz,

de la necesidad de tu abrazo tibio.

Me desprendo de tus ojos verdes que me miran

como si buscaran en los míos solución a la necesidad.

Me desprendo de tus palabras dulces,

de la alegría de saberte al otro lado del universo

dispuesto y abierto para mí.

Me descoso de tu ombligo

y me hago esta que era yo antes de verte

Te entrego el cuerpo que me diste

para no amarlo nunca nuevamente.

Me deshago de tus tardes amarillas

y de tus amaneceres al otro lado de mi cama

desbordado las puntadas de vida que tejimos.

Me despido de tus pasos que eran míos,

de la fé en nuestra casa y en los hijos.

Me despido esta tarde para siempre

de la felicidad que ya no vendrá contigo.